Caminando por unas callecitas angostas e inclinadas entre los morros en “Santa Teresa”, una llamativa grada que conduce a un convento capta todas las miradas con sus colores alegres y fuertes; e incita a recorrerla. Mide 125 metros y tiene 215 escalones. Está toda revestida con cerámicas de distintos tonos, formas y tamaños; algunas están dibujadas en su interior. La sensación que transmite al poner los pies sobre ella es la del arte “vivo y mutante” como lo describía Selarón, su inventor.

El artista plástico chileno, Jorge Selarón, quien hizo esta escalera mágica, se radicó en Río en 1983, después de haber viajado por todo el mundo y recorrer más de 50 países. En 1990 empieza a trabajar en su proyecto, sólo detenía su trabajo si se le terminaban los materiales. Para ganar dinero y poder continuar pintaba cuadros en los cuales retrató a más de 25.000 mujeres embarazadas.

La técnica que diferenció su arte

Selarón inventó una técnica inédita que consistía en cambiar constantemente las cerámicas, lo cual le aportó una energía única a su construcción, hecha con más de 2.000 baldosas todas diferentes y traídas de 60 países. La misma gente que visitaba la escalinata le dejaba material al artista para que lo incluyera. El ceramista chileno decoró el sitio con motivo del mundial de 1994 realizado en Estados Unidos y en aquellos años reemplazaba regularmente los azulejos para que su obra nunca deje de transformarse.

El lugar intervenido por el artista se convirtió en uno de los puntos turísticos de Río de Janeiro. En 2005, la obra fue declarada monumento histórico de la ciudad y su mentor “Ciudadano Honorario” por su gran ayuda en la reinvención del desmejorado Barrio de Lapa.                  

Por la escalera pasa gente de todo el mundo que la transita despacio y se detiene en cada rinconcito que le llama la atención para no perderse ningún detalle. Es muy movilizante encontrar entre tantas piezas las que son bien argentas como las de tango (Gardel, «Mi Buenos Aires querido») y algunos equipos de fútbol. Se siente como si un pedacito de nuestro suelo estuviera ahí, en otro país, lejos de casa.

Un triste final…pero no el fin

La casa y el taller del artista estaban al costado de la escalera y, habitualmente él salía para sacarse fotos con los turistas. Pero el 10 de Enero de 2013, los coloridos escalones se tiñeron de gris al encontrar sobre ellos el cuerpo sin vida de su creador. Algunas versiones indican que fue asesinado por un ex-socio que le exigía la ganancia de ventas de cuadros compartidas; otras apuntan a un suicidio ya que sus amigos expresaron que lo veían muy deprimido por algunas amenazas que recibía.

No hay certezas con respecto a su muerte, pero no quedan dudas de que su arte urbano está vigente a casi 20 años de su inicio, y lo más alentador es saber que va a perdurar y que te espera en la inmensa ciudad carioca, cuándo y dónde… quieras encontrarte.