Clapper Txt_Álvaro Arellano

Fantasía e ilusión, terminologías que se encuentran en cierto momento de ese viaje a lo más profundo del existencialismo. Ambas despojadas de elementos contundentes sujetos a la realidad tal cual es. Aunque no por eso carentes de veracidad total, siendo que la verdad absoluta no existe como tal, y que en cierto modo las cosas son como uno las ve, con la percepción que uno le otorga.

El unipersonal puede llegar a despertar el prejuicio de una puesta monotemática ante la ausencia de un segundo en escena. Lo que sucede en eRRe es que esa ausencia de manifestación física complementaria nos lleva al borde de la duda constantemente. De la disyuntiva entre lo que percibe una protagonista hablándole a un hombre, y lo que interpreta el público viéndola hablarle a una silla vacía.

Fantasy es ilusión

Comenta Dana que en algún momento se le cruzó por la mente asignarle a la obra el nombre de aquel tema de Charly García proveniente del disco Cómo conseguir chicas de 1989. Acá entonces la duda: ¿Fantasía? ¿Ilusión? ¿Ambas?, allí descansa la fina línea que las separa, y esa incertidumbre de sujeción a la realidad con la que carga la interpretación y se interpela al espectador.

Más que trama es una temática, habla un poco del desamor, de la soledad, es una mujer que decide convocar a un hombre para materializar una despedida, reflexiona Dana mientras plantea otra incógnita cuando agrega que “no sabemos si ese hombre existe”. Sin ahondar en profundidad, estamos ante una incógnita y una experiencia que nos puede remitir a distintos planteos y autorreflexiones.

Nunca hay nadie alrededor

Esa soledad escénica y desprovista de una devolución se arrima a la eternidad, un lugar que la misma protagonista habita por elección propia ante los ojos mudos del público. “La estación de los ojos mudos habla de este interlocutor que son solo ojos que nunca dicen nada, ella trata de encontrar en los espectadores los ojos de él”, una instancia de la obra que le despertó a la directora la inquietud y la necesidad de agregarle un subtítulo a ERRE, casi como un llamado a entender de qué se trata.

Analizando con ojos de espectador, se supone que esté o no el interlocutor tiene que devolver algo, o no hacerlo, “y que ese sea el conflicto”, desliza Dana, apoyándose constantemente en la reacción de la gente como un experimento. Generalmente ese público no sale de la postura silenciosa, determinando en parte el rumbo de la obra y profundizando aún más esa soledad que envuelve al rol protagónico. “Empecé a escribir en fragmentos, se lo pasaba a Belén y lo íbamos construyendo”

Más allá de que la trama flota sujeta a un criterio subjetivo, Dana reconoce que lo que nunca fue duda es el protagonismo de Belén Lopez Medina. “Yo siempre supe que quería trabajar con ella como actriz, casi como un capricho, siempre me intrigó qué pasaría con ella sola en escena”. Las dos patas que conforman el armado de este binomio, por un lado pensarlo en la figura actoral como eje, por otro lado, la temática abierta, como via para llegar al público e indagarlo librando a su suerte el rumbo (y la interpretación) de lo que testifican los hechos.