Clapper txt_MARTÍN PUEBLAS_Jul_2019

Mono es un bar rosarino ubicado en la esquina de Santa Fe y Santiago. Es sábado de una noche fría. Después de tanto amague, parece que el invierno terminó de llegar. Afuera un grupo de chicos fuma contra las barandas del bar. Son las 22:30 de la noche y adentro está tocando La Bemol, banda rosarina que ha sabido consolidar dentro del rock y el blues un estilo cada vez más propio. Empezaron temprano, porque fueron invitados por un grupo pergaminense. Es que el último sábado de Junio es la fecha elegida por La Pez Era para presentar su nuevo disco en Rosario, y posiblemente para despedirse de los escenarios hasta fin de año. Un «hola» y «chau» de un proyecto cada vez más ambicioso.

«La Pez Era», Verano del 2010

Antes de ser La Pez Era, eran simplemente un grupo de amigos. La formación original de una incipiente banda tenía a Maxi Pucharcos en teclado y saxo, Lucas Caniggia como guitarra y Guillo Biscayart en bajo. A diferencia de la mayoría de las bandas de secundaria, La Pez Era logró esquivar el destino más probable. No se disolvieron. Con la tranquilidad que da el hacer las cosas por mero placer fueron mutando en su formación. Apareció Alan Armellini para hacerse cargo de la batería y entró Juan Cuesta para llenar el espacio dejado por Guillo. Más tarde llegaría Juanla Azar para agregar el estruendo de su trompeta y terminar de consolidar una banda que siempre apostó por hacer algo original.

Maxi_ Fue algo bastante natural, simplemente haciendo. Tirándonos a la pileta y teniendo la suerte de que cada uno toca de una manera muy particular. Entonces tratamos de decir “Cani -por ejemplo- toca así” bueno, vamos por ahí. Nos acoplamos cada uno con lo suyo, con lo que tiene de único. Y un poquito la suerte hace que funcione. Al menos yo lo veo así.

Lucas_ Hay cosas que salen naturalmente y las llevamos al lugar en el que cada uno se desenvuelve mejor. Hay veces en las que sale fácil, y otros en los que tenemos que laburar más.

La Pez Era y su álbum «En el despertar de las cosas»

El escenario está vacío. Los instrumentos reposan, ajenos a la gente que charla y toma cerveza a lo largo y ancho del bar. Hay afiches pegados en las paredes y una proyección de un pez gigante comiéndose a un pájaro. Las luces son tenues, como en toda antesala. La banda sube a escena vestidos completamente de negro y con mascaras de pez que les oculta las caras. Existe la posibilidad que no puedan mirarse bien entre sí, pero también la certeza de que no lo necesitan. Las luces se vuelven de un azul marino, mezcladas con faroles de luz cálida.

-Primero es un sonido que hace otro sonido de los cóncavos nocturnos de las cosas.

La voz de Maxi Pucharcos empieza a leer la intro de su primer disco. El despertar de las cosas empieza con un texto de Fernando Pessoa leído entre susurros, mientras es constantemente interrumpido por la aparición de la guitarra atronadora de Lucas. Lectura, silencio, guitarra. Lectura, silencio, guitarra. La Pez Era no solamente tiene una sonoridad compleja y llena de matices, sino que procura tener un mensaje. No necesariamente claro, pero si preciso. Como la poesía.

La Pez era o La Era Pez

El 26 de abril lanzaron de manera oficial su primer disco. En el despertar de las cosas está disponible tanto en Youtube como en Spotify, y llegó para remplazar el primer EP que habían sacado a mediados de 2014. Desde un comienzo se propusieron hacer producciones propias. La Pez Era nunca fue una banda de covers, sino un espacio para experimentar. Algunos temas datan de aquellos primeros años pero la gran parte fueron hechos para este disco que les tomó un año terminar.

Con influencias literarias y voces en off que parecieran querer dejar en claro que no pudieron todavía decir todo lo que pretenden en sus letras, la banda pergaminense va zigzagueando géneros sin encasillarse. Con una base fuerte en el funk terminan dejándose caer en el jazz, con arreglos que hacen acordar a The Doors, interrumpidos por matices Spinetteanos; La Pez Era es todo eso, y lo contrario. Tienen un sonido propio. En la era de la imagen buscaron también desarrollar una estética visual que acompañase y fuera complemento de su aspecto musical. El concepto de su espacio propio y colmado de agua se repite.

Juan_ Arrancó medio como un juego. Buscando un nombre que se diferencie un poco. Y nos sentíamos identificados con el agua, con lo que es el mundo acuático. Y además jugando un poco con las palabras. La Pez Era como si fuera un lugar cerrado donde se produce música, en este caso. Y también como una Era que inicia.

La Pez era, aguante la amistad

La banda para de tocar y Juan Cuesta, voz y guitarra, se acerca al micrófono.

El siguiente tema va dedicado a Vito Otero.

Hace un año que ese nombre se volvió consigna obligatoria entre las bandas oriundas de Pergamino. La bronca que generó su muerte por un irresponsable alcoholizado al volante, solamente fue comparable al afecto que salió a la luz por todos los músicos de la ciudad. En una escena relativamente chica, Vito había sido parte de muchas bandas y amigo de casi todo el mundo. Así fue también con la Pez Era, cuyos integrantes compartieron más de un escenario y todavía más momentos entre amigos.

Es que la amistad parece ser el hilo conductor de este proyecto que hoy los encuentra geográficamente separados. El primer EP lo hicieron viviendo todos en Rosario, cinco años después la mayor parte se mudó a la Ciudad de Buenos Aires a excepción de Lucas Caniggia que sigue en estas latitudes. Ensayan cuando vuelven en la sala que tiene Maxi en su casa pergaminense, y mientras tanto van tratando de generar aportes de forma individual. Esos ensayos pasan a ser una puesta en común de todas las cosas que fueron generando por su cuenta, y la hora de ensamblarlas. Pero es posible que todo sea una mera excusa para poder salirse de sus vidas cotidianas y volver a estar entre ellos.

Maxi_ El laburo en algún momento lo hiciste. Hay un trabajo interno, individual de cada uno, que si está claro es fácil después acoplarte con el otro. A partir de las ideas que propusimos, construimos sin querer un lenguaje, ciertos códigos y cosas que entendemos nosotros.

Alan_ Siempre hay tiempo por el hecho de ser amigos. En vez de tomar mate en el parque, para nosotros es ensayar. Por eso es que cada uno puede hacer su vida y hacernos de todas formas el tiempo, por la amistad que nos une.

La Pez Era, interludio

Juan y Lucas se bajan del escenario, mientras Maxi saca a la luz un saxofón. Avisa a los distraídos: “vamos a cambiar de densidad”. Y sonríe. La Pez Era suena constantemente a experimentación, como si se propusieran seguir forzando esquemas y frenar una milésima antes de que se venzan. Empieza el saxo con un eco que hace que parezcan dos. Alan lo mira con su cara reflejando la imagen del proyector y empieza a acompañar con la batería.

Pareciera que pasa algo cuando un saxo rompe la noche, pareciera ser esa la palabra. La rompe, la parte en dos cuando antes todo fue silencio. Siguen varios minutos hasta que Maxi deja el saxo y baja del escenario. Queda Alan haciendo un solo de batería que es acompañado por un eco de saxofón que todavía se niega a desvanecerse. Un eco infinito de este tema que se llama Rosario, compuesto especialmente para esa noche.

-Ya todo es normal, no se asusten.

Para el último tramo del show Lucas y Juan intercambian instrumentos. El paso previo al último tema de la noche. Es, en parte, una despedida. Un hasta luego. Van a estar separados por un tiempo por viajes y proyectos personales. Pero lejos de ser una ruptura, es su forma de trabajar. Cada uno por su lado, hasta que juntan todas las individualidades. Suben los chicos de La Bemol. Willy Zürcher agarra su guitarra y Camel Zarzur el micrófono. Él le va a poner la voz final. Empieza un punteo, después silencio, y un susurro en el fin.